jueves, 24 de febrero de 2011

Un extraño aire frío entra por la ventana entreabierta y mi piel reacciona poniéndose como de gallina.
Tomo otro sorbo de café para tener el estómago caliente, pero no la brisa fresca sigue entrando. En realidad no me molesta, sino que el cambio hizo darme cuenta que estaba encerrada pensando en el mismo tema una y otra vez, en un círculo que no cambia absolutamente nada.
Sin darme cuenta, tomé la pequeña caja al lado del monitor, y un instante después estaba exhalando ese humo amargo, necesario y salvador.



(después la mejoro,, ahora me olvidé quéiba a poner